Lamprea

Tiene forma de anguila, con la cabeza poco diferenciada. Los ojos son pequeños y a cada lado del cuerpo, detrás de la cabeza, presenta siete orificios por donde respira. Tiene una piel mucosa y una boca en forma de ventosa que utiliza para adherirse a sus presas, a las que parasita. Su color en la región dorsal es marrón amarillento, con manchas oscuras, y en la parte inferior es de color grisáceo.

Durante los seis primeros años de vida viven en el río, alimentándose de algas microscópicas, llegando a medir aproximadamente 25 centímetros. Después se dirigen hacia el mar y, pasados dos años, regresan al río. Su reproducción la realizan construyendo nidos en el fondo de los ríos, adhiriéndose con sus ventosas a las rocas y entrelazando sus cuerpos. Después de realizar la puesta, los adultos mueren. La pesca profesional de lampreas se realiza en los estuarios, principalmente en la desembocadura del Miño, y se hace con redes o nasas. La temporada de la lamprea va normalmente de enero a abril.

Los romanos ya consideraban este pescado como un exquisito manjar y, aún en la actualidad, es muy apreciado. Cuenta la leyenda que Enrique I murió por una comilona de lampreas. Es un pescado con un gusto muy fuerte e indicado para los amantes de los sabores distintos. Se trata de un plato de temporada que admite preparaciones aprovechando su sangre - a la bordelesa - o bien guisada con un poco de arroz, que ayuda a suavizar el su sabor. Un manjar que vale y la pena probar.